Su apellido va unido a una de las obras más emblemáticas del repertorio de clarinete, aunque Aaron Copland fue, ante todo, un apasionado compositor y amante de la música en sus más ricas variantes. Considerado nombre fundamental de la historia sonora norteamericana, tuvo una vida intensa y longeva como creador, docente, investigador y activista. En el blog de Atelier de Celia os contamos sobre ella.
De Brooklyn a París
Nacido en Nueva York en 1900, hijo de inmigrantes judíos rusos asentados en el barrio de Brooklyn, Aaron Copland empezó muy joven a decantarse por la música, y con 17 años comenzó sus estudios especializados con clases de armonía y contrapunto. A sugerencia de su primer profesor Ruben Goldmark empezó a estudiar piano, primero con Victor Wittgenstein y luego con el prestigioso Clarence Adler.
Aunque sus mentores le aconsejaban que se mantuviera en una corriente clásica y más purista, Copland siempre estuvo interesado en la riqueza musical viniera de donde viniera, jazz, danzón cubano, Brasil, Igor Stravinsky, cine,… Por eso en 1921 se trasladó a París para estudiar con Nadia Boulanger. Allí estuvo tres años en los que creció como artista y publicó su primera obra Scherzo humoristique para piano también conocido como El gato y el ratón.
Consagración y caza de brujas
En 1924 Copland regresó a Estados Unidos y conseguió en dos ocasiones la beca Guggenheim, siendo el primer compositor que la recibía. Con tan solo 25 años recién cumplidos estrenó allí su primera obra, Sinfonía para Órgano y Orquesta, con la dirigida por Walter Damrosch e interpretada por Nadia Boulanger. A partir de ese momento se sucedieron los encargos para diversas orquestas y comenzó su andadura docente en la New School of Social Reserach, que mantendría durante toda su longeva vida, hasta su muerte en 1990.
Aaron Copland no fue precisamente un artista encerrado en su estudio. Su interés por la música abarcaba todos los terrenos. Como profesor impartió clases por todo el continente americano; como referencias a destacar, la Universidad de Harvard y el Berkshire Music Center, y ostentó cargos importantes en varias asociaciones profesionales como el American Music Center, la Fundación Koussevitzki o la Liga de Compositores. Incluso llegó a trabajar para el Estado como Coordinador de Relaciones Inter-Americanas.
Su compromiso político, unido a corrientes de izquierda, le puso en la lista del senador McCarthy durante la Caza de Brujas, uno de los episodios más oscuros de la Historia de Estados Unidos. Se le acusaba de pertenecer al Partido Comunista y durante la primera parte de la década de los 50 fue intensamente investigado y en 1953 tuvo que comparecer ante el Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso y aunque sufrió algunas represalias en estrenos, la persecución no fue más allá.
Obra rica y variada
Su curiosidad le llevó a investigar durante toda su vida en nuevos terrenos musicales y a publicar tres obras teóricas muy referenciadas: Cómo escuchar la música, Our new music, y Música e Imaginación. Considerado uno de los compositores clave de la música norteamericana Copland cuenta con un repertorio muy basto. Ópera, música de cámara, sinfonías, ballets, música para cine. Para la gran pantalla sus obras más famosas son las de las películas Sinfonía de la vida (1940), De ratones y hombres (1939), Estrella del Norte (1943) y La Heredera, con la que en 1949 ganó un Óscar.
Algunas de sus obras más famosas, a parte del Concierto para Clarinete, del que hablamos más abajo, son Fanfarria para el hombre común, estrenada en 1942, el ballet Apalachian string, Billy the Kid, Rodeo, Old american songs, o The tender land, todas obras claves de la música americana. En sus composiciones de finales de los 50 y principios de los 60, como Fantasía para piano, Connotaciones e Inscape, depuró mucho su estilo y utilizó el método dodecafónico, influido por el trabajo de Stravinsky.
Su concierto para clarinete
La obra más famosa de Aaron Copland fue escrita entre 1947 y 1948 durante un viaje por América Latina, lo que fue determinante para su inspiración. Encargada por y para el gran clarinetista Benny Goodman, este concierto también es conocido como Concierto para Clarinete, Cuerdas y Arpa, ya que después de su primera versión se fue ampliando para ser interpretado con la Orquesta Sinfónica de Boston. El estreno oficial fue en 1950 con la Orquesta de la Radio NBC en Nueva York, bajo la batuta de Fritz Reiner y a cargo de Goodman como solista, que tenía la exclusiva para interpretarlo durante dos años. Más tarde también fue coreografiado por Jerome Robbins con el ballet Pied Piper en 1951.
Desde el principio fue una obra muy aplaudida, muy rica en sus fuentes, e interpretada en incontables ocasiones por clarinetistas como Martin Fröst, Sabine Meyer o Sharon Kam, aunque para el propio Copland la mejor de todas fue la dirigida por él e interpretada por Benny Goodman. Es una de las composiciones fundamentales y más famosas del repertorio moderno para clarinete, y en el Atelier de Celia te facilitamos todo lo necesario para interpretarla.
Siempre receptivo a múltiples influencias, en esta obra Copland introdujo muchos elementos del jazz, que marcaba de forma determinante la música popular en aquella época de las big bands. Al no tener muchos recursos percusivos el compositor recurrió a sonidos bajos y golpes de harpa para simularlos. La pieza comienza con un primer movimiento lento y expresivo, lleno de lirismo, que se une al segundo, con toques de jazz latino, mediante una cadenza de clarinete, en la que el solista puede lucir su virtuosismo. La última parte es un rondo con variados acompañamientos que finaliza en una coda en C mayor que une la música popular americana de norte a sur. Aquí especialmente destacó el talento jazzístico de Benny Goodman.